Cardiff (El Acosador)

Saturday, March 13, 2010 8:09 PM Posted by Louisianee
Otra cosa extraña... De la época en la que le ponía al escrito el nombre de la canción que oia cuando lo escribí. Enjoy (espero xD)

Cardiff

Y estaba asustada… Muy asustada. El sonido de los grillos era lo único que la acompañaba. Sus ojos negros como la noche se posaron sobre la puerta, su mano tomó el pomo. Lo giró mientras un escalofrío le recorría el espinazo. No quería avanzar, pero echarse hacia atrás quizás habría sido peor. Volverse sería como entregarse al asesino; sería dar la cara a la muerte una vez más. Sus sentidos se paralizaron. La pequeña luz mortecina se clavaba sobre el cuerpo que en la oscuridad hacía visible. El olor a sangre y carne entró como humo a sus narices. El líquido rojo goteaba lentamente y formaba un charco en el suelo sucio. La mujer se acercó. Tomó su pequeña linterna y apuntó a lo que la luz anterior no terminaba de definir. El cuerpo de otra fémina colgado de cabeza se hallaba. Prontamente sintió como sus piernas fallaban. Un mínimo jadeo de asombro se escapó de sus labios. Sus ojos no encontraban sino un manto de velo negro frente a ellos; se cerraron lentamente. Cayó entonces desmayada al piso. Por un momento el golpe en su cabeza le molestó. Luego oscuridad total. Inconsciencia. Indefensa a cualquier eventualidad. Indefensa al asesino que la acechaba.

Cuando sus ojos al fin se abrieron de nuevo, su boca cerrada estaba por una cinta adhesiva. Sus manos y piernas estaban atadas. No pudo hacer más que llorar; era inevitable que lo hiciera. Sentía su muerte inminente, la presencia de aquel ser maligno que la perseguía. Entonces él se acercó a ella. Llevaba una máscara de lince y de sus dedos salían garras curvadas.
– ¿Estás bien, pequeña? –cuestionó con su gruesa y ronca voz.
La mujer abrió como platos sus ojos azabaches. Negó con su cabeza repetidas veces y las lágrimas no se fijaban en nada más sino en salir en demasía. El hombre se quitó su máscara y la miró con sus ojos verdes. Ella se asustó aún más, pensando que si ha revelado su identidad sería porque ya no tenía escapatoria, la mataría.
– ¿Por qué estás tan asustada? ¿Deseas decir algo?
Él despegó la cinta de los labios de la apresada. Ella no pudo decir absolutamente nada, el miedo robó sus cuerdas vocales y las amarró.
–Adelante, puedes gritar. Puedes gritar todo lo que quieras. En este lugar nadie te oirá. Nadie escuchará tus súplicas.
Esa afirmación le cayó como bloque de cemento. Su corazón se saldría de la angustia. Sus ojos se achicaron y lloraron aún más. Quería gritar, pero no podía. No podía salir ningún sonido. Sentía enormes náuseas y hasta ganas de morirse.
–Si no gritas, yo te haré gritar –exclamó con su horrenda voz.
Ella negó nuevamente con su cabeza rogando misericordia. El acosador por su parte, acercó sus enormes garras a la aterrada expresión de la mujer. Presionó a pocos centímetros de su ojo derecho y bajó su uña infernal haciendo una gran raya roja. Ella no gritó. Sin embargo, el dolor que sentía llegaba al ardor y a la desesperación. Intentó moverse pero no podía. Él comenzó entonces a hacerle cortes en todo el cuerpo, provocando una gran pérdida de sangre. Por su parte realmente no entendía por qué no gritaba.
–El ratón te ha comido la lengua –susurró él mientras acercaba su lengua a las heridas.
Lamió cada gota adyacente. Se regocijó con cada lamida. La mordió como si fuese su cena y en ese momento ella gritó. Gritó con todas sus fuerzas.
–Maldito acosador –vociferó ella.
–Si te molesta tanto que sea acosador… entonces practicaré necrofilia contigo –murmuró lentamente al oído de su princesa mientras le enterraba una de sus zarpas en el pecho–. ¿Qué te parece eso?



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