Sí, ya sé… No tengo ni cara para aparecerme acá luego de tanto tiempo de ausencia. Claro. Pero de todos modos lo hago, no es como que me lo puedan impedir. Gracias. Anyways, estoy feliz porque estoy segura de que pronto aprenderé a enseñar. Espero ser buena maestra –no, no estudio Educación– de inglés y ganarme el pan yo misma con el famoso matatigrismo, principal oficio de los que no tienen empleo fijo pero desempeñan diversas labores. Este matatigrismo espera empezar pronto, muy pronto, con clases adaptadas precisamente a los estudiantes del nivel que curso actualmente. Wuahaha.
Últimamente he estado más en contacto con mi ser y mi comportamiento y me he dado cuenta de que no muy lastimosamente tengo muchas manías. ¿Manías absurdas y ridículas? No lo sé, pero ¿qué manía no es absurda? Si no justifico el texto, me estreso. No puedo tener papeles arrugados. No puedo dejar espacios en blanco en mis cuadernos –clases y eso–, los tengo que rellenar con comentarios sarcásticos, notas importantes o simples dibujos. Tengo que ordenar las cosas. Una vez que empiezo a limpiar algo, no puedo parar. Me agarro mucho el cabello. Tiendo a marcar un ritmo en cualquier superficie que suene. Pienso en spanglish –sí… de verdad– y no puedo evitar dar referencias a películas y series. Puedo parecer loca, obsesiva y compulsiva. ¿Por qué? Porque todo tiene que estar ordenado.
Afortunadamente, gracias a las maravillosas personas con las que me he estado juntando en las últimas semanas, he estado soltándome un poquito más y ya no me importa tanto salir de casa tan simplona como suelo hacerlo ahora. Claro que no olvidaré las palabras de Jenny: “Prefiero caer en la prostitución que en sus lenguas”. Es cierto, es muy rudo el criticismo. Es por esto que me agradan más; cada vez hacen críticas más cínicas y elaboradas.
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