Los niños de ahora, ¿no? Y es que al proponerme escribir y tomar esta hoja en blanco solo he podido pensar en Esthertxu y su “¿Éramos tontos?”. Mi bella sobrinita hermosa, quien por cierto me ha pillado escribiendo sobre ella:
–Sospecho algo sobre ti –me dice.
–¡Ja! ¿Como de qué sospecharías? –río nerviosa.
–En que estás contándole sobre mí a alguien.
– ¿Sobre ti?
–Sí, siempre que escribes “mi bella sobrinita hermosa” estás hablando solo de mí.
Y es que me da risa su mirada inquisitiva y su sonrisa pícara, traviesa y casi malévola.
No, pero retrocediendo en el tiempo… Mi pequeña niña ha venido a mí en busca de diversión puesto que estaba aburrida.
–Bueno, cuéntame algo –le dije amable.
–Ehmmm ¿Cualquier cosa? –indagó antes.
–Sí.
–¿Puede ser un chiste?
–Sí, lo que quieras.
–Bueno, este era Jaimito que la profesora lo invita a su casa… Entooooonces, el papá de Jaimito le da un walkie tolkie para comunicarse con él y decirle que hacer… Entonces Jaimito va a la casa y entra –ojalá pudiera expresar con palabras sus gestos tan cómicos–; la profesora le dice que se quite la ropa. Entonces Jaimito se va al baño y le pregunta a su papá: “Papá, la profe me dice que me quite la ropa ¿qué hago?”, “pues quítesela” responde él. Entonces luego la profe le dice “Jaimito, quítame la ropa ahora a mi” y eso hace luego de consultarle a su papá. Luego la profe le dice “métemelo” –se rió.
–¿Ajá? –pregunté yo con mis cejas formando perfectos arcos.
–Bueno, entonces se escuchó un grito así fuertísimo –dijo entre risas más sonoras.
–¿Aja?
–¡Le había metido el walkie tolkie! –exclama estallando en risas.
Yo –se imaginarán–, me quedé muda. No, no me dio risa. Pero mi boca se curvó en una muy nula sonrisa.
–¿Y qué era lo que debía meter? –pregunté.
–¿No sabes? –preguntó de vuelta con mucho asombro.
–No, no lo sé. ¿Qué tenía que meter?
–Bueeeeno, ¡eso! ¡Eso! La cosita grosera –respondió entre risas.
–¿Y tú cómo sabes que eso se mete ahí?
–No sé, sólo lo sé –dijo riendo–. El walkie tolkie –carcajeó– demasiado bueno el chiste.
Debo recalcar que mi adorada sólo posee ocho primaveras. Le pregunté de dónde sacaba esos chistes y respondió tranquila que de los niños de tercer grado… añadiendo un “y dicen groserías” en tono de confianza e intimidad.
–¡Ja! ¿Como de qué sospecharías? –río nerviosa.
–En que estás contándole sobre mí a alguien.
– ¿Sobre ti?
–Sí, siempre que escribes “mi bella sobrinita hermosa” estás hablando solo de mí.
Y es que me da risa su mirada inquisitiva y su sonrisa pícara, traviesa y casi malévola.
No, pero retrocediendo en el tiempo… Mi pequeña niña ha venido a mí en busca de diversión puesto que estaba aburrida.
–Bueno, cuéntame algo –le dije amable.
–Ehmmm ¿Cualquier cosa? –indagó antes.
–Sí.
–¿Puede ser un chiste?
–Sí, lo que quieras.
–Bueno, este era Jaimito que la profesora lo invita a su casa… Entooooonces, el papá de Jaimito le da un walkie tolkie para comunicarse con él y decirle que hacer… Entonces Jaimito va a la casa y entra –ojalá pudiera expresar con palabras sus gestos tan cómicos–; la profesora le dice que se quite la ropa. Entonces Jaimito se va al baño y le pregunta a su papá: “Papá, la profe me dice que me quite la ropa ¿qué hago?”, “pues quítesela” responde él. Entonces luego la profe le dice “Jaimito, quítame la ropa ahora a mi” y eso hace luego de consultarle a su papá. Luego la profe le dice “métemelo” –se rió.
–¿Ajá? –pregunté yo con mis cejas formando perfectos arcos.
–Bueno, entonces se escuchó un grito así fuertísimo –dijo entre risas más sonoras.
–¿Aja?
–¡Le había metido el walkie tolkie! –exclama estallando en risas.
Yo –se imaginarán–, me quedé muda. No, no me dio risa. Pero mi boca se curvó en una muy nula sonrisa.
–¿Y qué era lo que debía meter? –pregunté.
–¿No sabes? –preguntó de vuelta con mucho asombro.
–No, no lo sé. ¿Qué tenía que meter?
–Bueeeeno, ¡eso! ¡Eso! La cosita grosera –respondió entre risas.
–¿Y tú cómo sabes que eso se mete ahí?
–No sé, sólo lo sé –dijo riendo–. El walkie tolkie –carcajeó– demasiado bueno el chiste.
Debo recalcar que mi adorada sólo posee ocho primaveras. Le pregunté de dónde sacaba esos chistes y respondió tranquila que de los niños de tercer grado… añadiendo un “y dicen groserías” en tono de confianza e intimidad.